miércoles, 1 de diciembre de 2010

LOS CELOS

Qué lindos son los celos en la pareja! Celar a nuestro ser amado, implica que nos importa mucho. Que lo queremos para nosotros y que estamos atentos y pendientes de cualquier cosa que amenace nuestra relación. Es un sentimiento absolutamente natural en todos los enamorados. Aparece apenas percibimos una mínima injerencia en el vínculo de la pareja, casi siempre proveniente del exterior. También puede ocurrir por algo que nuestra pareja ha dicho o hecho. Este sentimiento, en su justa medida, no es insano y hasta es muy bienvenido, cuando se mantiene dentro de parámetros normales. Cuáles son esos parámetros? Los celos que transmiten un cuidado de nuestra parte hacia la persona que amamos, nunca ocasionan discordia en la pareja. Al contrario. El integrante que es celado, debe sentir una grata sensación de que es muy importante para su pareja. Que el otro se interesa mucho por conservarlo para que continúe a su lado. En el otro extremo de los celos, está ubicada la indiferencia, por cierto nada recomendable para cualquier tipo de relación.
Pero qué sucede cuando los celos dejan de ser una forma de ser valorado y tenido en cuenta por nuestra pareja? Qué sucede cuando ese grado es superado y puede llegar a convertirse en una pesadilla para la relación y todo su entorno? Muchos saben de lo que estoy hablando, no? Los famosos celos enfermizos. Los que no tienen ningún respaldo que los justifiquen. Los que coartan permanentemente el accionar de la persona amada. Los que afectan más a quien los siente que al que se cela. Pues, es simple. Se trata de una patología mental como cualquier otra. Y como tal, debe ser tratada.
Lo recomendable, en estos casos, es dar tratamiento inmediato al tema, ante el primer síntoma que aparece. Conversar mucho sobre lo ilógicos que son los celos desmedidos. Tratar de dar seguridad a nuestra pareja del vínculo que nos une y no permitir de ninguna manera que este insano sentimiento crezca hasta volverse un monstruo ingobernable. No es algo sencillo de hacer, para nada. Pero el peor escenario que podamos imaginar, está íntimamente ligado a no afrontar la situación desde sus comienzos.

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